domingo, 20 de junio de 2010

MARIA DE LOS MARES





























http://(fotografía, bajada de la red sin permiso de) www.radiobaragua.cu/Palma%20Soriano/noticias/colaboradores/mujeres/imagen/mujer-cuba.jpg.Gracias a Cecilia, Teresa, Gabriela, Mila, Patricia y Mercedes cuya intrínseca belleza supera en mucho a las palabras que las imaginaron como María de Las Vírgenes; María de las Gracias;María del Caribe; María de los Fuegos; María de los Aires y María de Los Mares.Osvaldo.-




Adaptación para relato en In Situ-Restó-bar-show temático, ya desaparecido, de un capìtulo de la novela Amapolas de Plomo, Puñaditos de Arena Capítulo "Setiembre del 72 - Las cubanas"



María, es la única persona auténticamente cubana que conozco. En realidad, toda su familia es auténticamente cubana.Veamos:
El abuelo paterno fue un comerciante tabacalero, medianamente rico, abolengo castellano, lo suficiente de todo, y un poco más, como para poder garantizar, a cada uno de sus hijos, estudios en los mejores colegios de La Habana de aquel entonces.
La madre de María, es Doña María Hilaria Fuentes, Duquesa De La Cerna y Luquez, realeza hispanoamericana, hija, nieta, bisnieta y tataranieta de españoles americanos, tanto que desciende de la primer hija americana engendrada por el Duque de De La Cerna, y una real princesa quiché. Es admiradora de Storni y Mistral, y aquí, en Mendoza, nucleadora de las Muy Señoras Patricias Mendocinas de la Cultura en respetadas tertulias literarias.
Como mi profesión de médico tiene un real prestigio social, es la muy adecuada cobertura para disimular la militancia de María en el Partido. De ahí que me hubiera preparado un plenario familiar para presentarme formalmente a toda la familia como “interesado” en ella, (y en eso no se equivoca demasiado) con lo cual se podría disimular los largos espacios fuera de su casa ocupados en discutir incansablemente marcos teóricos, consignas, pintadas y acciones revolucionarias a escondidas paradógicas de su familia, por ello es que me aclara.
- No debes llamarme Pepi, y escúchame bien compañero, de ninguna manera te tientes en hablar de política. Prométemelo.
- Pero sí, claro, te lo prometo, Pep, María. Pero lo que no entiendo es porqué te asusta tanto que vaya a salir el tema si…

... si casi me vuelvo loco. No por no poder “hablar”, sino porque en el patio, cerca de las arcadas de ladrillo a la vista de las galerías, enmarcadas por enrededaderas de jazmines blancos y azules, y enormes odres de cerámica de los que emergen cascadas de flores, están TODAS las De la Cerna, conformando un cuadro de impresionista y sensual cromaticidad...

La Pepi y las otras cinco hijas que Hilaria ha traído al mundo también son cubanas.
Todas son Marías y todas son bellas, de una singular belleza, con nombres tan hispanos como cubanos son sus cabellos, negros sus ojos y caribeños sus genes.

Cada una de las Marías es una versión diferente pero mejorada, rejuvenecida, de su mamacita.
Mi maría alias La Pepi en el Partido, es la más joven con casi dieciocho años. Hay otra de diecinueve, y luego veintiuno, veintitrés, veinticinco y veintisiete años de Marías y de Antillas.
Cada dos años, meses más o menos, una hija, ya que Doña Hilaria no cree en el control de la natalidad. Siendo una católica apostólica y romana tan convencida, lo que Dios y la Virgen provean, son milagros de la vida que deben ser bienvenidos. Así, cada vez que una de ellas vino al mundo, un agradecimiento a la Virgen, a la Carabela de Colón, por las musas, por la tatarabuela. Si cada hija tiene una hija, la tradición familiar marcará que puede ponerle los nombres que desee, siempre y cuando uno de ellos sea María, para cada una de las cuales, a la hora de bautizar, la duquesa ha sabido conjugar tradición con agradecimiento, y poesía con predestinación.

Doña María Hilaria está sentada en una Chaise Longue, de mimbre natural, donde abundan almohadoncillos turquesa. Debe tener más de cincuenta años, pero no representa más de treinta y cinco. Irradia un don de nobleza tan embriagante, que estrechar con vigor latino la mano que me extiende, sería ofensivo.
Siendo la primera vez que conozco a una real duquesa, me inclino por ello con torpeza, apenas le sostengo los dedos, y deposito un beso transparente en la suave y grácil paloma de su diestra.
De inmediato, dominando con sencillez protoclar la situación, la mater maternae se encarga de presentarme con naturalidad a cada una sus “niñas”, como ella las llama.

Mieles doradas, genéticamente bronceadas por los soles de Caibarién y Varadero, todas llevan el aguafuerte de la madre. Como ella son todas oliváceas de rostro, enmarcados en negruras profundas de pelo, altas y delgadas, gitanas y hechiceras, cimbreantes maderas de pura fibra latina.
Cada una lleva singulares vestidos, ya que la madre no permite que las mujeres de la casa, ni siquiera la sirvienta, usen pantalones. Por ello, en faldas u hopalandas que resaltan combinaciones de blancos y negros, o rosas y rojos, o amarillo y azul latino, a cada una la combinación más contrastante o complementaria, le resalta embelleciendo su piel morena.
Ninguna vulgaridad sensorial acompaña la policromía de las prendas. Al contrario. Una, es pura sutileza de sedas, en las pinceladas evanescentes de un Degas-Lautrec. Aquella otra, la guía de los náufragos del fin del mundo, con el faro de sus ojos . Y qué de trópico en las caderas tiene ésta. Cómo luce aquella otra, encabriolados, sus cabellos negros. Cuánto mar y acantilado llevan en insinuante sencillez, cuántas sensualidades apenas limitadas por los contornos de la ropa. Y qué desbarajuste sensorial padezco yo, al tratar de poetizar ingenuamente este delirio cromático y voluptuoso, donde solamente se podría sobrevivir siendo torero, gitano o Neruda. Porque sin la protección de una capa y un estoque, sin el alma de un poeta, o tras una guitarra flamenca, tanta femineidad y pasiones evidentes, me harían morir, incendiado por un fuego tan vano que ni cenizas quedarían para recordarlo.
La primera que me presentan es toda llanura vegetal, y primavera de pueblo, de absoluta clausura a la eroticidad, tan terciopelo y virginal como la primera Eva. La siguiente, contracara de su hermana, llega ondulando a mi lado precedida de una sexualidad tan poderosa que le trasciende los límites de la ropa.
Tan sencillo es ahogarse en los ojos de la mediana, como difícil resulta sostenerle la mirada a la mayor, porque ¡ah, la primogénita!. Es inaccesible desde su poderosa altura de reina. Tan empinada su cumbre real, que al saludarla debo bajar la cabeza y arrastrarme como un insecto nacido del fango apestoso, por haberme atrevido a subir los ojos hasta su altura. Desde allí me hará descender con un simple aleteo de pestañas. Solo se me permitirá tocar apenas, la punta de uno de sus dedos del pie, con mi frente en el suelo. Allí, por haber insistido en mirarle, aunque más no sea la altura del tobillo, deberé permanecer quieto, mientras aprietan mi cráneo contra el barro. De todas maneras, quien no moriría, como un insecto pero feliz, al ser aplastado por ese pie etéreo de venus tropical.
Con la restante hermana, sólo alguien tan puro como el Santo de Aquino, no yo, sin duda, podría pasearse desnudo de todo pudor quejumbroso, porque esta María, es la Eva antes de Pecar, sin vergüenza alguna, recién creada en el paraíso, para ser fuente de vida incorrupta, pura desnudez libre de todo pecado terrenal.
Ninguna de estas zagalillas será jamás un mediotono vital. Y entiendo, al recuperarme sensorialmente, el fundamento sutil y diferenciador, anticipatorio y mágico con que fueron sus nombres elegidos por una madre agradecida de Dios y preciosa poetisa de la naturalidad. Las dos primeras, María de las Vírgenes y María de las Gracias. Aquella María del Caribe y María de los Fuegos esta otra. María de los Aires la que resta… y Mi María la que me toma del brazo para que no me desmaye, al saborear con mis ojos y mi piel, cada uno de los nombres, tan mágicos como sus dueñas, y a la vez tan simples, femeninos y gráciles, devotos y cristianos, incendiarios y vestales, movilizantes de todos mis sentidos al rozar por aquí, fugazmente una mano, al hipnotizarme en la media distancia aquellos ojos, perderme en deja vou sobre las curvas de la luna de esta otra, arrodillarme ante el sol quemante de una cintura.
Si grato resultara volar en la gaviota de estos cabellos, preferible sería navegar en el cuello de este cisne, flotar en el regazo de aquel mar apaciguado...
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Horas y horas tecleando furioso en la Lettera 32, y no me termina de conformar lo que he escrito, pero de una sola cosa estaré absolutamente seguro. “Mi” María no podría llamarse de otra manera que no fuese de los Mares, prescindiendo del “De la Cerna” No habrá nombre mejor para la menor de las nacidas en las más bellas y cálidas aguas antillanas…



5 comentarios:

  1. HOLA, TANTO TIEMPO...ENAMORADO DE CUBANAS LLAMADAS MARIAS DE LOS MARES?????
    Y BUENO, PARA ALGUIEN QUE VIVE TAN LEJOS DEL MAR, EL MAR ES ALGO QUE SUNYUGA...PROMETE, ENLOQUECE.
    FELIZ DIA DEL PADRE!!!
    BESOS!

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  3. Lindo relato, por un momento recordé a "Gabo" que describe tan tranquilamente cada poro de cada personaje y lugar habido y por haber en sus historias.

    Muy lindo tano, reunión de Marias...oye guapo!! que esa Teresa que nombras en la intro.. también se llama María, María Teresa, si mal no recuerdo así se llamaba la madre de su abuelo paterno, José,un tano mas bueno que el pan.

    Un abrazo, bello día para vos y todas las MARIAS

    AVISO: 15,30 hora local reunión de corazones celestes y blancos. Ciao!
    Tere.

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  4. FEDORA,sabés que no se me había ocurrido lo de comparar este asunto que vivo lejos del mar con las cubanas?. Pero bueno, es así nomás. UNa de ellas, la María de Los Mares real, hoy vive por ahí cerquita tuyo. Y ya sabés que había una Fedora que conocí, que me hubiera gustado incluir aquí, porque tiene la piel, el sol y la sal, y la inquietud fogosa de los mares, como para ser una María de Los Mares .Regalame una de esas imágenes, y escribiré con fuego "sobre la extensa piel de los deseos".Abrazón, extendido y marítimo hacia tus costas Reales

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  5. Tere, querida Tana! Así es que María Teresa?!! POr eso le decía a nuestra amiga Cecy, que las casualidades no existen". A ver si te pinta María Teresa del Mar. ¡Ey! ¿qué pasó? acabo de ver que suprimiste tu propio comentario?,Bueno ahora salgo de aquí y vía mail te pregunto

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