domingo, 7 de noviembre de 2010

ROJO SANGRE

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Está tendida sobre sus pechos, totalmente desnuda.
No entiende el rojo de las sábanas. No recuerda sábanas rojas.Rojas no. El rojo es sangre. Mira sus manos. Sus propias manos. Algo se mueve, difuso, sobre la ventana.
Carlos no ha llamado aún, piensa, inquieto. Tantea la sobaquera, por instinto. La Beretta no está, se sobresalta. Pero no se asusta. Debe estar debajo de la almohada.¿No?
Puta misión ésta, muy puta.
Afuera, las clásicas nubes lenticulares de zonda, ovnis sedosos.
Le pica la nariz, como siempre que zondea.No por el cigarrillo.No debe fumar tampoco.
Mira el reloj: la penumbra destaca silenciosa el fluorescente19:42...
Una radio cerca del palier estalla 39:7º, 6% de humedad. Maldito encargado
Mal día para trabajar, maldito trabajo, maldita misión, malditos putos días con zonda, maldito calor.
Mira a la mujer...su cabeza está sobre la almohada, y si está sobre la almohada, entonces...
Puto zonda. Puto calor, puta sequedad de ambiente, puta pistola ausente en la sobaquera.
La traspiración le corre por la frente, a pesar de la sequedad del ambiente, sofocante.Así no puede...
(Necesito un trago, Mariel, aunque haga zonda)

Mejor recuperar la Beretta.
Se para, se da cuenta que aun está descalzo, pero el piso de tablones de pino apenas cruje.
La mujer en la cama sigue sin dar señales de vida. Desde la oscuridad de la pared en que se encuentra apoyando la espalda, la tensión muscular ya es insoportable.Decide cambiar de posición, elongar lentamente, por si debe correr, aún descalzo, o más aún, por estar descalzo.
La mujer en la cama es hermosa. El pelo, rojizo, como las sábanas.
Su cadera es perfecta, piensa.
( Acá le decimos culo, tano.Y eso que estás mirando es un señor culo) .
Sonríe, o cree sonreírse. El otro lo mira, él aclara.
(¿Señor culo?, eso es contradictorio, es un culo, muy femenino, en todo caso).
Piensa en la obsesión de algunos boludos en romperle el culo a una mina, cojerla, hacer que chille y simule sus ohh, ahh, my god y esas pelotudeces de videos triple X.
-¿Vos no?, preguntaría Mariel.
-No, la cadera es una forma perfecta parar ser acariciada.Si lo preguntás, prefiero la espalda en su totalidad, incluyéndola.
- ¿Cojer una espalda?
Las preguntas de Mariel lo sonríen.Siempre tan británicamente irónica...
Recorre la espalda, su cadera tan perfectamente redondeada, sus piernas, vuelve a subir, llega hasta su pelo, (¿dormís?)
Le sopla suavemente el cabello, desordenado, pero tan tranquilo como su rostro, como casi todo rostro que duerme descansando, pasa los dedos apenas por su boca, se inclina para besarla, la sobaquera oscila delante de él, casi tocando el rostro de la mujer.
 Su boca es perfecta, también, mejor dicho, sus labios, son perfectos, apenas entreabiertos, haciendo un hoyuelo imperceptible...
Piensa que debe recuperar la Beretta, comprobar si tiene el cargador puesto, si le queda alguna bala.
Se está descuidando mucho.
Puta misión, alcanza a decir







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